El esquí acrobático es una prueba deportiva de esquí, en la que los esquiadores, más que su velocidad, tienen que poner a prueba sus habilidades sobre la nieve. Existen dos grandes especialidades diferenciadas, el aerial, en el que se efectúan saltos acrobáticos que deben ser valorados por un jurado; y el mogul, en el que se desciende por una escarpada pendiente de nieve plagada de baches y montículos (bumps), a lo largo de la cual deben efectuar diversos saltos acrobáticos.
Esta modalidad de esquí comenzó en los años 1930, cuando esquiadores noruegos comenzaron a realizar acrobacias durante entrenamientos de esquí alpino y nórdico. Más tarde se comenzaron a realizar exhibiciones de esquiadores no profesionales en los Estados Unidos, dando forma a lo que más tarde se llamaría esquí acrobático, o de estilo libre. El esquí aerial se desarrolló alrededor de 1950, por el medallista de oro olímpico Stein Erikssen.
El esquí acrobático continuó su progresión y desarrollo a lo largo de los 60 y 70. Las normas de las versiones libres eran muy abiertas, o simplemente se carecía de ellas, siendo un deporte de alto riesgo, con frecuentes lesiones de rodilla entre los deportistas profesionales.
La Federación Internacional de Esquí reconoció el esquí acrobático como deporte en 1979, y estableció nuevos reglamentos y criterios de certificación de atletas y técnicas de salto, tratando de eliminar en lo posible los factores de peligro de las competiciones. Las primeras series de la Copa del Mundo se disputaron en 1980, y el primer Campeonato Mundial tuvo lugar en 1986, en Tignes, Francia. El esquí acrobático fue un evento de demostración en los Juegos Olímpicos de Calgary 1988. La especialidad mogul se añadió al programa olímpico en los juegos de 1992, y los aerial en los juegos de 1994.
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